Como por arte de magia, -y esas cosas que tiene el clima en verano-, a las 22 en punto, la lluvia que azotó desde las 20 horas con fuerza el valle de Punilla, se detuvo y dejó ver algunas estrellas
Demorado algunos minutos, Cosquín comenzó a despertar el sueño de la música, la cultura y el encuentro, una vez más, a 65 años de aquellos primeros atrevidos que cortaron la calle San Martín para levantar un escenario precario de ladrillos y lonas. Algunos recuerdan que también llovió en aquellas primeras lunas y, como en esta nueva edición, la gente no se movió de sus asientos. “La primera siempre es la más emotiva”, decían algunos bajo los paraguas y los pilotines de nylon transparente comprados en la puerta de ingreso a vendedores bien provistos para la lluvia anunciada. Al cabo de nueve noches, otros momentos dejarán huella, seguramente en el corazón de los que estuvieron ahí.
“El pueblo en su máxima expresión vuelve a ser protagonista de un encuentro de voluntades”, anuncia Claudio Juárez, el maestro de ceremonia histórico del Festival, mientras las luces de los fuegos iluminan una plaza llena. Entradas agotadas para la primera luna. Las estadísticas dicen que no siempre sucede, que son tiempos difíciles, pero cierto es que en los últimos años Cosquín lo logró varias veces.
Luego de la bendición de todas las religiones, como es habitual, comenzó a moverse el escenario Atahualpa Yupanqui. “Ser Camino”, el espectáculo que ofreció El Ballet de la Escuela Municipal de Folklore al ritmo del himno a Cosquín en la voz de La Callejera con Mery Murúa, estalló en aplausos y suspiros. Antes, la canción nacional fue interpretada por Julia Zenko, quien regresaría un rato más tarde al escenario para ser protagonista de uno de los momentos preferidos por el público.
Los consagrados de la edición anterior, Ahyre, fueron los primeros en abrir el fuego musicalmente hablando, presentados por Maia Sasovsky -quien nuevamente conduce el festival junto a Pablo Bauhoffer-, y dejaron bien claras las razones de aquel premio que entrega el Festival no solo a la calidad musical, sino a la respuesta del público. Las ideas, un tema de su último disco, “Eco” en el arranque, y la zamba “Silencio” en set acústico en el cierre del set, encerraron un puñado de momentos sonoros y visuales exquisitos y emotivos, la respuesta del público, sumada a la presencia de Juan Carlos Baglietto en “El Témpano”
Llegaría luego el espectáculo conceptual Luna Cautiva, comandado por Lito Vitale. Clásicos de la música popular con fundamento, sonando en las voces de Baglietto, Julia Zenko, Rodrigo Tapari y Ángela Leiva. Dos momentos para destacar: la versión del rosarino de la vidala “Amor Ausente”, de Claudio Pacheco, y el final con la zamba del Chango Rodríguez, que dio nombre al espectáculo, con el coro del público
Llegó el turno del vientista santafesino Jorge Alberto Taborda, ganador del Pre Cosquín como solista instrumental, y luego Mery Murúa, que ocupó el frente del escenario junto a Juan Murúa para arrancar con una versión magnífica de “Repechos del Guadal”, de José Luis Aguirre. -Más tarde, contaría que eligió el tema del chuncano porque la representa y la interpela. Un guiño de la cruzdelejeña a un consagrado, y si bien es temprano para afirmar cualquier decisión, dejó todo en el escenario con temas propios de su disco “Baile Eterno”, y logró levantar a la platea con El Gato del Bicho, dedicada al transerrano Ramón Cortez.
La infaltable delegación de Japón subió un año más al escenario de Cosquín, en esa devolución que año a año deja un intercambio obligado y Voces de Tribu, ganador del Certamen de Nuevos Valores como conjunto vocal llegó desde Chubut para sumar nuevo talento a la primera luna. Nuevamente se apostó al tango en el escenario mayor con Esteban Morgado Cuarteto y la voz de Guillermo Galvé, bien recibidos por el público.
Cerca de las 2 de la mañana, la figura de Abel Pintos se dibujó entre las luces del escenario Atahualpa Yupanqui, y el frescor que calaba los huesos desapareció. Apostando a su repertorio más conocido, elegido especialmente para los festivales, el cantautor dejó nuevamente una noche para el recuerdo, desde arriba y abajo del escenario, por la respuesta del público, un set bien folklórico y un cierre con “De solo vivir”, con el coro de la plaza.
Como es costumbre en las última ediciones, el regreso de la cachaparya dejó un rato más de música y baile para quienes decidieron quedarse a disfrutar con Pablo Lozano, Suyai, La Barbarie Ballet (Mención Espectáculos Callejeros 2024), Lucas Cáceres, Melina Cabocota, el Dúo Aruma y Gualicho
Fotos: Paul Amiune














